Día 33. Ocultar chat

Pongo YouTube para ver en directo la rueda de prensa. Los tres minutos que habla Fernando Simón son los únicos en los que me asomo a la realidad del coronavirus —en esta casa somos muy de Simón, como en ese pueblo lo eran de Faulkner. — Como decía esa viñeta de Calvin & Hobbes, yo no niego la realidad: es que soy una persona muy selectiva.

Fernando empieza a hablar y yo lo escucho ensimismada. Qué bien se explica, pienso. Cómo transmite. Soy una groupie con todas las letras. No veo la rueda de prensa tumbada en el sofá comiendo palomitas porque son las once y media de la mañana y no hace tanto rato que he desayunado. Tampoco grito ni me quito la camiseta porque sería ridículo hacerlo delante de una pantalla de ordenador… ¿No?

De repente, siento que algo me molesta. No consigo relajarme. Es como si hubiera una mosca zumbando en mi oído, un rumor incómodo. Miro a mi alrededor y pronto encuentro el problema: a la derecha de la pantalla hay un chat para que la gente hable. ¿A quién se le ocurre poner un chat en un vídeo de una rueda de prensa? Los comentarios surgen a toda velocidad, si es que se les puede llamar así. Aparecen emojis, palabras sueltas, más emojis y frases cortas con más faltas ortográficas que palabras. La gota que colma el vaso es un imperativo terminado en r. Me sangran los ojos. Tras tantear durante unos segundos, encuentro la opción para ocultar el chat. Por fin respiro tranquila. Me acomodo en la silla y vuelvo a concentrarme en Fernando Simón. Ojalá fuera siempre tan fácil librarnos de lo que no nos gusta.

#cuarentena #covid-19

Autor: Isabel

Soy Isabel. A veces escribo. Hoy es una de esas veces.

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