Día 39. Vidrio

Salimos al balcón a hacer la fotosíntesis. Allí me siento, la mitad de mi cerebro celebrando el sol y la otra mitad recriminándome que no me haya puesto un kilo de crema protectora. Estoy planteándome seriamente entrar para rociarme con factor 50 cuando se escucha el camión del reciclaje. Qué raro que pase a estas horas, pienso. J2 por su parte piensa que hay algo que hace mucho ruido y, superado el susto inicial, se empeña en que la levante para poder echar un vistazo.

La cojo en brazos justo cuando el camión del reciclaje de vidrio, una vez terminada la operación, pasa por debajo de nuestro balcón. No sé si recordáis The Ladykillers, una película de los hermanos Coen en los que los muertos iban siendo lanzados, unos tras otros, sobre islas de basura flotantes. Lo que veo desde arriba es algo similar, pero formado únicamente por miles de botellas. Allí están los botellines de cerveza bebidos en el sofá, viendo una película. El cava con el que has brindado en ocasiones especiales en las que no se podía hacer mucho más. Las copas de vino que confirmaron que no éramos bebedores sociales, y las que tomamos delante del ordenador con los amigos, creyendo que seguimos siéndolo. Por supuesto, también está todo el alcohol ingerido sin motivo, como si estar confinados en un escenario de pandemia no fuera suficiente razón.

Cuánto alcohol, pienso, porque el momento no da para mucho más. Después miro a J2. Tú no bebas, le ordeno sin convicción. Como todas esas cosas que sabes que hay que decirlas, aunque realmente no las piensas.

#cuarentena #covid-19

Autor: Isabel

Soy Isabel. A veces escribo. Hoy es una de esas veces.

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